En 2007, balleneros nativos de Alaska hicieron un descubrimiento extraordinario: una ballena boreal aún viva con la punta de un arpón de la era victoriana incrustada en el cuello.
El fragmento metálico fue identificado como parte de un arpón “bomb lance” utilizado por balleneros en la década de 1880, lo que significa que esta ballena había sobrevivido a un ataque y continuó nadando por los mares del Ártico durante más de 130 años.
El arpón había quedado incrustado en una gruesa capa de grasa, lo que probablemente amortiguó el impacto explosivo y permitió que la ballena sanara con el tiempo. Esta asombrosa historia de supervivencia respalda investigaciones científicas que sugieren que las ballenas boreales pueden vivir hasta 200 años, convirtiéndolas en los mamíferos más longevos de la Tierra.
Según la Academia de Ciencias de California, su increíble longevidad está ligada a adaptaciones genéticas únicas que mejoran la reparación del ADN, la regulación del ciclo celular y la resistencia a enfermedades relacionadas con la edad. Estos rasgos biológicos no solo prolongan su vida, sino que también les ayudan a prosperar en las duras y heladas aguas del Ártico.
Hoy en día, el fragmento del arpón se exhibe en el Inupiat Heritage Center en Barrow, Alaska, sirviendo tanto como una rara pieza histórica como un poderoso símbolo de resiliencia. Es un recordatorio de que el océano aún guarda secretos más antiguos que la mayoría de las vidas humanas, y que algunos de sus mayores supervivientes han estado superando en silencio eras enteras de la historia humana.
FUENTE: REDES