El recital de 1990 del «Divo de Juárez» cobra actualidad, tras su proyección en el Zócalo

Juan Gabriel y Luis Miguel, dos de los exponentes de la música mexicana más importantes.
El Palacio de Bellas Artes es el recinto que separa lo excepcional de lo histórico. Y en 1990, Juan Gabriel cruzó esa línea, marcando un hito en la música de nuestro país. Su concierto no sólo transformó su carrera: abrió un debate nacional sobre quién merecía pisar ese escenario y quién no.
Mientras «el Divo de Juárez» conquistaba Bellas Artes entre polémicas, huelgas amenazadas y el rechazo de intelectuales conservadores, un artista miraba desde afuera con la misma ambición: Luis Miguel.
A mediados de los años 90, Luis Miguel vivía uno de los momentos más brillantes de su trayectoria. Venía del éxito rotundo de su albúm «Romances», había ganado premios internacionales y se encontraba celebrando dos décadas en los escenarios.
Se cree que «el Sol» estaba convencido de que era el momento perfecto para replicar lo que Juan Gabriel había logrado, pero la respuesta que recibió no habría sido la que esperaba.
En el podcast «Luis Miguel, ¿culpable o no?», el periodista Alberto Tavira reveló que la negativa provino directamente de Gerardo Estrada, entonces director del entonces Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), hogaño INBAL.
“Gerardo me confiesa que él no permitió a Luis Miguel cantar en el Palacio de Bellas Artes. Lo que decía es que no estaba a la altura para ese escenario”.
En otras palabras, para la máxima institución cultural del país, Luis Miguel aún no tenía la consagración necesaria, a pesar de ser el cantante más exitoso del momento.
“Cada cosa en su lugar… El tipo de espectáculo que hace música popular sí puede estar en Bellas Artes, pero sólo con artistas muy consagrados. Todavía era muy joven en ese momento”, mencionó Estrada en la entrevista.
El golpe al ego de Luis Miguel, tras la decisión del Palacio de Bellas Artes
El periodista asegura que esta decisión fue devastadora para el cantante:
“Fue un golpe durísimo en el ego… en los años 90, cuando tienes el autoestima y las ganas de comerte el mundo”.
Luis Miguel estaba acostumbrado a que todo se abriera ante él, pero Bellas Artes no cedió.
Aunque el concierto fue negado, se permitió un acuerdo mínimo: grabar dos videoclips dentro del Palacio, con una condición estricta: Luis Miguel no podía pisar el escenario.
Así nació el icónico video de «El día que me quieras», filmado en la zona de butacas y en la plazoleta exterior del recinto.
El documental de Netflix «Debo, puedo y quiero» vuelve a poner en conversación aquel episodio: cómo Juan Gabriel rompió las reglas, doblegó resistencias y enfrentó amenazas de huelga para presentarse en Bellas Artes. Ese concierto se considera su consagración máxima, un antes y después en la música popular mexicana.
Y al mismo tiempo, el listón con el que Luis Miguel fue medido… y descartado.
En su libro «Luis Miguel: por debajo de la mesa», Tavira profundiza en la relación de «el Sol» con figuras del poder político, gobernadores, presidentes y altos funcionarios. Es una investigación que revela los favores, negociaciones y alianzas que rodearon su carrera.Entre ellos, la solicitud y la negativa del Palacio de Bellas Artes en 1994.
FUENTE: EL UNIVERSAL





