Una de las formas de entretenimiento más famosas del mundo cuya creación ha requerido de ciencia y una buena cantidad de ingenio humano.

El Día Mundial del Cine no tiene una fecha propia asignada, sin embargo se celebra anualmente cada segundo sábado de febrero, que en 2025 es el día 8 de este mes.
En un homenaje al séptimo arte, la fecha celebra mucho más que la existencia otro tipo de entretenimiento: es una experiencia inspiradora que nos emociona y nos traslada a rincones espacio temporales que pueden estar fuera de nuestro alcance en la vida real.
Tanto es así que los propios involucrados en la producción cinematográfica suelen describir este proceso con gran pasión e ilusión, como es el caso del productor y director estadounidense Francis Ford Coppola, quien lo definía con la famosa frase «A mí del cine me atrajo su componente mágico, yo quería crear en ese mundo».
Pero, ¿de donde viene esta magnífica costumbre de reunirnos en salas para disfrutar de una buena película y un bote de palomitas?¿Cómo hemos llegado a grabar y reproducir historias en una pantalla?
Tal y como puedes imaginar la evolución de la ciencia y la tecnología, junto con una buena cantidad de ingenio humano, han estado detrás de este proceso que nos ha dejado auténticas joyas, películas tan icónicas como Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941), Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960) o La Guerra de las Galaxias (George Lucas, 1977), entre tantas otras.
EL PRIMER LARGOMETRAJE
La primera película de larga duración, según los registros de la UNESO «Memoria del Mundo«, se estrenó en 1906: The Story of the Kelly Gang, escrita y dirigida por Charles Tait. Se trata de un largometraje en blanco y negro de aproximadamente una hora de duración, basado en la vida real de Ned Kelly, un forajido australiano.
Aun así, cabe destacar que hasta entonces el cine seguía siendo mudo a falta de mejoras técnicas que permitieran registrar y emitir sonidos de calidad en las películas. El cine hablado no llegaría hasta el año 1926 de la mano de los hermanos Warner, y la primera película sonora de la historia, El cantante de Jazz de Alan Crosland se estrenaría un año más tarde.
una película y… ¿palomitas?
Hoy en día, incluso si nos ponemos una película en casa, muy probablemente nos pase por la cabeza hacer palomitas como forma de terminar de acomodarnos y disfrutar del espectáculo. Se trata de una costumbre tan afianzada que la conexión entre ambos conceptos es casi inmediata. Pero, ¿por qué?
Las palomitas de maíz ya se vendían en ferias, parques o eventos deportivos desde la década de 1890, pero por entonces los cines todavía eran salas relativamente lujosas, destinadas a un público refinado, donde no se podía entrar comida.
Con la llegada del cine sonoro las películas se volvieron más accesibles a todo aquel que no supiera leer, y su público se amplió, volviéndose una forma de entretenimiento más asequible incluso durante la década de 1930, cuando llegó a Estados Unidos una fuerte crisis financiera que pasaría a ser conocida como la Gran Depresión.
El maíz, un recurso de fácil cultivo en el país, era mucho más barato que otros alimentos, por lo que las palomitas seguían siendo una buena opción para soportar la duración de las películas, que entonces eran ya un poco más largas. El público comenzó a comprarlas a los vendedores ambulantes y meterlas a escondidas a las salas, pero rápidamente los propietarios de estas vieron una gran oportunidad de ampliar su negocio.
Fuente: NatGeo