Historia detrás de las posadas en México

Los mexicanos amamos las fiestas, y buscamos pretexto para reunirse en familia. Cualquier mártir se vuelve santo de nuestra devoción si nos acerca a un momento de esparcimiento. Las posadas, por supuesto, no se quedan atrás. En ellas, nos emborrachamos y comemos hasta que la barriga y el espíritu se sienten ensanchados. Aun si hace tiempo no asistimos a una posada, podemos anticipar lo que nos espera: si vivimos en una colonia popular, los carros y las camionetas bloquearán las calles desafiando a la autoridad y a la libre circulación. Las posadas son tan nosotros, tan México. Sin embargo, están en peligro de extinción. De a poco, los diciembres se van quedando flacos de tradiciones locales, y con tal homogenización cultural.

La temporada de posadas inicia nueve días antes del nacimiento del niño Jesús “representando los nueve meses de gestación”, según indica la Dra. María Elizabeth de los Ríos Uriarte, investigadora de la Universidad Anáhuac y especialista en Bioética del Mundo Contemporáneo, y “marca un tiempo de preparación y de júbilo por el nacimiento de Jesús”.

La primera posada oficiada por los misioneros agustinos se llevó a cabo en 1587, en San Agustín de Acolman, Estado de México, pero claro, siempre hay quien sale a decir que no, que fueron los jesuitas, en Tepotzotlán. Su origen son las llamadas “misas de aguinaldo”, celebraciones adicionales a las marcadas en el calendario eclesiástico por lo que eran consideradas como un regalo de Dios a los fieles creyentes. Al terminar estas misas-premio, se impartía la bendición y las frutas de temporada.

Para el profesor e investigador de la Universidad Anáhuac de México, Alberto Peralta de Legarreta, las posadas están íntimamente relacionadas con los ciclos de la milpa. “En diciembre los cultivos ya habían sido cosechados por lo que marcaba una época de descanso y de celebrar la abundancia de la cosecha de ese año”, afirma.

Para rematar un festín mexicano hay que tener un poco de drama. ¿Qué mejor que romper una piñata representando al demonio? La investigadora María Elizabeth de los Ríos asegura que la piñata representa al ser humano reconociendo que Jesús ya nació y es capaz de vencer a los pecados capitales, razón por la que se reviste en siete picos. Legarreta apunta que las piñatas son italianas, pero que en México surgió eso de adornarla con picos. Lo de adentro, puede ser un surtido de dulces fruta o hasta dinero. Ello, el riquísimo interior, según la Dra. María Elizabeth, representa la gracia de Dios: la alegría, la humildad, la compasión, porque el palo de la fe ha vencido el mal. Fuente: Redes.

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