Sabias que?…

David Vetter el niño que nunca tocó el mundo con sus propias manos y aún así cambió el rumbo de la medicina. David Vetter nació en 1971 con una condición tan letal que el aire sin filtrar podía matarlo: Inmunodeficiencia Combinada Severa (SCID), un raro trastorno genético que deja el sistema inmunológico completamente inoperante. Desde el primer segundo de vida fue encerrado en una burbuja de plástico estéril, un mundo artificial construido por médicos y científicos donde el contacto humano era imposible. Pasó 12 años viviendo sin sentir un abrazo, sin pisar el suelo, sin el calor de un beso… pero soñando con ser astronauta y tocando el universo desde su prisión transparente. Su entorno estaba hecho con filtros HEPA, válvulas de presión y paredes de plástico flexible que requerían limpieza constante con productos especiales. Tenía juguetes esterilizados con óxido de etileno, alimentos procesados en autoclaves y contacto visual a través de muros traslúcidos. En 1984, un trasplante de médula ósea proveniente de su hermana traía una esperanza, pero también un virus oculto (el virus de Epstein-Barr) que su cuerpo no pudo combatir. David murió a los 12 años en el Texas Children’s Hospital, sin haber salido nunca de su cápsula, pero su historia impulsó avances cruciales en inmunología, investigación genética y el desarrollo de tratamientos para enfermedades raras. Su vida, breve pero luminosa, dejó una huella imborrable en la ciencia y en el corazón de millones.

Créditos Conocimientum

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