LA PIEDRA DE SAL, UN PATRIMONIO NATURAL DE #TONALÁ, CHIAPAS
En la falda norte de río Zanatenco, entre los cerros y cañadas de Tonalá, Chiapas, existe una piedra antigüa, enorme, grisácea y húmeda, que todos conocen como La Piedra de Sal.
No está señalada en ningún mapa, ni tiene letreros que guíen hasta ella. Solo los viejos del pueblo y los niños con oídos atentos saben cómo llegar.
Desde tiempos remotos, esa piedra rezuma un agua clara y burbujeante, con un sabor extraño, como si el mar hubiese dejado allí un suspiro. No es agua común. Es mineral, dicen.
Agua viva, que sale fría incluso bajo el sol más bravo, y que tiene el poder de calmar la sed como ninguna otra.
Antes, los niños del pueblo se escapaban entre los matorrales y los senderos polvorientos para llegar a ella. Llevaban jicaritas, botellas vacías, o simplemente bebían con las manos, riendo y empapándose la cara como si la piedra los conociera. Algunos decían que el agua curaba el empacho. Otros aseguraban que daba suerte si uno se lavaba los ojos con ella antes de un examen.
Los abuelos hablaban de ella con respeto. Según don Carmelo, un hombre de manos callosas y voz pausada, la piedra era un regalo de la tierra. “Donde brota el agua, ahí late el corazón del cerro”, decía. Y cada vez que alguien se enfermaba de mal de aire, allá lo llevaban, a tomar del chorro sagrado.
Cuentan que una vez, una niña desapareció en la vereda. Su madre la buscó entre sollozos, y cuando por fin la encontró junto a la Piedra de Sal, la niña estaba sentada, tranquila, con la cara lavada y los ojos brillosos. “La piedra me habló”, dijo. “Dice que no tenga miedo, que aquí nadie se pierde de verdad”.
Con los años, el camino se fue cerrando. La urbanización la ha estado opacando, La gente dejó de ir, y muchos Pero algunos aún lo susurran en la plaza: “La Piedra de Sal sigue allí”.
Y sí, aún existe. En lo profundo del corazón tonalteco, La Piedra de Sal sigue brotando vida. Es más que un manantial. Es memoria viva, raíz, herencia. Un verdadero patrimonio de Tonalá, Chiapas.
