En 1977, Robin Williams y su ex compañero de cuarto de Juilliard, Christopher Reeve, compartieron un vínculo que fue mucho más allá de su fama de Hollywood.

Aunque el mundo los conoce como actores legendarios, no todo el mundo es consciente de la profunda amistad que construyeron durante su juventud.

En 1972, tanto Robin Williams como Christopher Reeve se inscribieron en la prestigiosa Juilliard School de Nueva York. Ninguno vino de familias adineradas, y pudieron estudiar gracias a la Beca John Houseman, de la que fueron los dos únicos beneficiarios en ese momento.

Además de compartir el mismo apoyo financiero, también compartían dormitorio. Durante sus años universitarios, se apoyaron mutuamente, crecieron juntos e hicieron una promesa: siempre ayudarse unos a otros en tiempos de necesidad.

Después de dejar Juilliard, ambos lograron un tremendo éxito en sus carreras. Su vínculo permaneció tan fuerte que Zachary Williams, el hijo de Robin nacido en 1983, se convirtió en ahijado de Christopher Reeve.

Cuando Christopher Reeve tuvo su trágico accidente, que lo dejó paralizado, cayó en una profunda depresión. En un momento inolvidable, Reeve fue visitado por un tal «Dr. Brenvich», un proctólogo ruso con un acento fuerte y una barba desaliñada. No pasó mucho tiempo para que Reeve reconociera el disfraz—fue Robin Williams, haciendo todo lo posible para hacer reír a su amigo.

Más allá del apoyo emocional, Robin cubrió todos los gastos médicos que el seguro de Reeve no cubría, ya que su amigo ya no podía trabajar. También se convirtió en un defensor activo de la causa de Reeve, organizando recaudaciones de fondos para la Asociación Americana de Parálisis.

Cuando Christopher Reeve falleció en 2004 Robin Williams expresó su profundo dolor, diciendo que se sentía como perder a un hermano.

Su amistad no era solo una historia de Hollywood, fue un testimonio de lealtad, amor y apoyo inquebrantable a través de los momentos más difíciles de la vida.

FUENTE: FB

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